CAPITULO 5
Metrópolis. Por la mañana.
Un helicóptero militar descendía en el helipuerto del enorme rascacielos ubicado en el centro de la ciudad. Su pasajero no tardó en bajar y junto con una escolta compuesta por hombres de seguridad, penetró en un ascensor que lo llevó a las profundidades de la tierra. Desconocido por todos, debajo del edificio funcionaba un gran laboratorio de alta tecnología fuertemente custodiado por soldados. Allí, y luego de registrar sus huellas digitales y someterse a un escáner de retina, el recién llegado pudo penetrar en lo que parecía ser una amplia cámara acorazada. Ocupando el centro de la misma y obteniendo la atención de todo el personal técnico y científico presente, había un extraño cohete de diseño alienígena… la misma nave –ahora medio destrozada– que había traído a la Tierra a Calvin Ellis hacía 20 años atrás.
-General Lee – dijo alguien, a modo de saludo al visitante – Bienvenido. Lo esperaba…

-Dr. Luthor – el General lo saludó. A continuación, volvió a mirar la nave – Dígame que tenemos algo.
-No lo habría mandado a llamar de no ser así – Lex Luthor sonrió, astuto – Hicieron falta 60 años para traducir la Piedra de Rosetta, descubierta por los ejércitos de Napoleón en 1798… los Manuscritos del Mar Muerto, hallados en 1947, aún están traduciéndose. Esto, por el contrario, se ha resistido 20 años a revelar sus secretos… hasta ahora.
Luthor hizo una pausa dramática, mientras conducía al militar ante su terminal de ordenador.
-Hicieron bien en traérmelo – declaró el científico, tecleando algo en un tablero – Gracias a los recursos de Lexcorp, hemos conseguido enormes progresos.
-Infórmeme de todo ello.
-Aunque todavía seguimos intentando descubrir para qué servían los distintos componentes de la nave, sabemos con certeza que la ciencia usada en su construcción está avanzada por sobre la nuestra por muchos años luz. Analizando el vehículo minuciosamente, hemos descubierto un dato fundamental: sólo podía contener a un único ocupante.
El General Lee miró al científico, pensativo.
-Cuando descubrimos el objeto, allá en Louisiana hace 20 años, estaba vacío – recordó – Lo que entonces quiere decir es que su único ocupante salió del interior antes de que nosotros llegáramos…
-Exacto. Pero hay un detalle más – Lex señaló al cohete – El tamaño del compartimento en el que supuestamente viajó el alienígena. Es pequeño… muy pequeño.
-¿Eso qué quiere decir?
-Piense, General: el compartimento tiene el tamaño exactode un bebé terrícola.
-Un bebé…- el militar asintió, comprendiendo al fin las implicaciones del caso - ¡Alguien lo encontró y se lo llevó!
-Exacto.
-Pero eso sucedió hace 20 años… ¿Usted cree que el alienígena…?
-¿…Sigue vivo? Es posible. Totalmente factible, de hecho.
-¿Y por qué no hemos tenido noticias de él hasta ahora?
-Porque no es tonto, General. Sin duda, sabe que le buscarían. El hecho es que la criatura sigue por allí fuera, suelta.
-Dios mío…
-Hay más.
-¿Más? ¿Qué?
-También hemos descubierto que el visitante alienígena debía traer algo valioso consigo…
-¿Qué cosa? ¿Cómo lo han averiguado?
-A través de ciertas pruebas sometidas al interior del vehículo – explicó Lex – hallamos rastros de una potente radiación. Inocua, para la vida biológica, pero sin duda potente. Fuese lo que fuese el objeto que la provocó, ha desaparecido con el extraterrestre.
-Demonios…
-Sin embargo, luego de revisar los computadores internos del cohete, hemos descubierto algo que nos da una idea aproximadade lo que era…
Luthor acabó de teclear en su tablero. Una serie de símbolos en un idioma extraño desfilaron por la pantalla de su terminal.
-Este es un claro ejemplo del idioma extraterrestre de nuestro visitante. Luego de una exhaustiva revisión lingüística mediante un avanzado software de Lexcorp, he traducido una parte – Lex presionó otra tecla – Fíjese usted lo que dice. Es el nombre del objeto perdido.
El General Lee leyó la traducción, maravillado.
-“La Luz de Krypton”– parpadeó. Miró a Luthor – ¿Krypton?
-El nombre del planeta de origen de nuestro forastero – Lex sonrió – Krypton. Si el objeto se llama “La Luz de Krypton”, eso solo quiere decir que se trataría de un avanzado dispositivo energético.
-¿Un arma?
-Posiblemente.
Se hizo el silencio… roto solamente por el teléfono celular del General, que sonó con fuerza en ese momento.
-Lee, diga – atendió.
-General, aquí Fuego Rojo Uno.
-Adelante, Fuego Rojo. ¿Qué pasa?
-Nuestros satélites de vigilancia global han detectado un objeto desconocido penetrando nuestra atmosfera…
-¿Eso es todo? ¿Me llaman por un meteorito que cae? Fuego Rojo, estoy en mitad de algo muy importante.
-General… el objeto ha empezado a frenar. Se dirige lento y seguro hacia su posición, señor. Creemos que muy pronto será visible sobre los cielos de Metrópolis.
El militar cortó la llamada. Con el rostro pálido, se volvió hacia Luthor.
-¿General? ¿Qué sucede?
-Parece… parece que nuestro visitante espacial pronto tendrá compañía. Vienen a buscarlo.