SEIS
Hubo un momento breve de silencio luego de que Ellen acabara con su relato. Drácula bajó la vista y pensó. Finalmente, la amargura y la decepción teñían su voz cuando volvió a alzarla y sentenció:
-Este sitio está condenado. No me sirve. Debo salir de aquí.
-Pues para tu información, no hay naves disponibles – replicó la chica, fastidiada – Y para empezar, ¿a qué viniste a Argo?
-¿Qué no es obvio?
-No soy un vampiro. No me imagino qué puede motivarte a dejar la Tierra y venir aquí, que no sea chuparle la sangre a la gente.
Drácula suspiró.
-No es por eso. No del todo – explicó – Comprende: tengo siglos de existencia. La Tierra está terminada para mí. Ya me ha ofrecido todo lo que podía darme…
Por un instante, los ojos claros del vampiro se perdieron en el infinito, contemplando algo que sólo él podía ver, entre sus recuerdos. Ellen pudo entrever en esa fracción de segundo un alma torturada, asfixiada por el inclemente paso del tiempo. Aquél oscuro personaje podía ser un monstruo y muy temible, es verdad, pero ella había visto y luchado con criaturas peores –y había sobrevivido–, de modo que por más bizarro que fuera, empatizó con él de una manera que no muchos hubieran podido hacer, en todos los siglos que el no-muerto llevaba activo.
Era eso o, simplemente, todo aquel tiempo de soledad y aislamiento, corriendo, escapando de los Aliens y luchando contra ellos la habían afectado más de lo que creía.
En todo caso, él tenía razón: Argo estaba terminada. Tenían que salir de allí. Pero, ¿Cómo?
-Se me ocurre algo – Drácula caminó un par de pasos, pensativo – La nave alienígena, la que trajo a estos monstruos aquí. Dijiste que se estrelló, ¿verdad?
-Sí.
-¿Crees que podría estar muy dañada como para usarse?
-¿Cómo quieres que lo sepa? – replicó Ellen, exasperada – No he tenido tiempo de chequear nada, perdóname. Intentaba salvar mi culo, sobreviviendo como podía, ¿sabes? Además, puedes ir descartando esa opción.
-¿Por qué?
-Por dos razones. Numero uno: aquella es una “zona caliente”. Hay un enorme nido cerca. Para penetrar, tendríamos que abrirnos paso entre hordas de Aliens y no tenemos munición suficiente para hacerlo, amén de que está la reina de su especie. Si estos bichos son escalofriantes, espera a ver a su madre – la chica hizo una pausa – Numero dos: en el hipotético caso en que pudiéramos llegar ilesos, ¿Cómo volamos en esa nave? Soy teniente, no piloto. Y no sé nada de naves alienígenas.
-Eso lo veremos cuando lleguemos – Drácula hizo un gesto vago con la mano, restándole importancia – En cuanto a la razón número uno… tienes razón. Un simple ser humano nunca podría llegar intacto atravesando hordas enteras de esas criaturas.
-¿Y entonces?
El vampiro sonrió, enseñando los colmillos.
-Sucede que nosoyhumano… y ahora, tú tampoco lo serás.
Ellen se quedó helada, petrificada. Él se le acercó, lentamente, la boca abierta, expectante. Ella quiso correr, huir, pero el hechizo hipnótico de sus ojos claros la entumeció, clavándola donde estaba, impidiéndole escapar o defenderse.
Sin encontrar resistencia, él la abrazó.
-Considérate una chica afortunada, Ellen Winters – le susurró – No otorgo mi don oscuro a cualquiera. Mis vástagos han de tener que probarme primero que son dignos de recibir mi maldición. Tú has sobrevivido sola por ti misma durante ocho meses en un sitio infestado de bestias asesinas. Eres perfecta.
Sin más, la mordió en el cuello. Comenzó a sorber.
Ella tembló, presa del dolor y del éxtasis. Pudo sentir cómo él la vaciaba, poco a poco. Luego, cuando estaba casi exangüe, se detuvo. Sosteniéndola con fuerza la depositó en el piso y procedió a hacerse un corte en su muñeca con una uña afilada. Brotó sangre de la herida de inmediato. La acercó a su boca.
-Bebe – le dijo – Vamos. Hazlo. De lo contrario, morirás.
Ellen, moribunda como estaba, no tuvo otra opción. Succionó la herida, tragando el líquido rojo con desesperación.
-De nuevo, debo decir que eres afortunada, Ellen – volvió a susurrarle Drácula, mientras ella tomaba su sangre – Estoy transmitiéndote todas mis habilidades, poderes y fuerza de este modo. Si sobrevives a lo que sigue, tendrás el privilegio de convertirte en una de mis novias – hizo una pausa y sonrió, sombrío – ¡No hay mayor honor en el mundo de las tinieblas que ser una de las Novias de Drácula!